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VICENTE DE LERINS

KIMBITA... (DEDICADO A KIMBI), por Vicente de Lerins

KIMBITA... (DEDICADO A KIMBI), por Vicente de Lerins «Mi nombre es Leoncio Jaramillo (aunque me llaman Kimbita), Subinspector del Cuerpo de Policia con destino en la Brigada Criminal-Comisaría 23, más conocida como «Comisaría de Leganitos». Mi Jefe natural (¿será natural?) es el Comisario D. Néstor de Andrade y Fernandez de Castro, gallego con denominación de origen, entroncado con los Condes de Lemos, conocido por los compañeros como el bigotín por su fino y recortado bigote de estilo falangista-ibérico. Ayer me preguntó –me interrogó- complaciente y muy entusiasmado acerca de mi origen patrio, (cosa que a él le tiene últimamente muy muy preocupado). Ante la firme sospecha de su perversa ojeriza, me dispuse a relatarle mis humildes orígenes sin rubor alguno:

- Yo, señor Comisario, nací en una inhóspita alquería de las Hurdes, provincia de Cáceres, situada en el encajado valle del río Esperabán hacia la mitad de su curso. Una humilde alquería de altivo, impropio y roquedo nombre que no guarda con la realidad proporción alguna; el topónimo es fruto de la pura fantasía, del delirio de grandeza y exageración sin freno que una mente quijotesca así lo hubo bautizado.
La alquería se asienta sobre el espolón más bajo de un cerro, mirando la espalda del río y dejándose lamer por sus aguas. En el fondo del agudo vértice que forma el valle, pueblo y río se unen en una simbiosis mística de vida y transmutacion permanente. Sólo mirando arriba, al cenit, queda la vista despejada. Allí, las cumbres de las montañas circundantes recortan y definen contra el cielo un pequeño círculo de un azul profundo. Cerros como el de La Cotorra, Del Ciervo, La Romaleja...tachonados de robles, castaños y encinas, de matas de brezo y escoba. Abajo, junto al río, las huertas cercadas con tapias pizarrosas y brotadas de árboles frutales, vides, maíz o patatas. Y el río que destila un rumor permanente de vida acariciándolo todo, impregnándo de una suave humedad a no más de una docena de casas estáticas y dulces que lo contemplan; pequeñas casitas apretadas,de muros y cubiertas de lajas de pizarra con fachadas revestidas y encaladas. Se repiten, clónicas: Abajo cuadra para los animales, arriba vivienda. Una escalera exterior adosada o patín de la misma pizarra (toda las Hurdes son lajas de pizarra) da acceso a la vivienda a través de una puerta de cuarterones. Ventanuco en la zona baja para cocina, tronera en la superior (troje) y balcón o no en la intermedia, de haberlo a la altura de su barandilla, y para una mejor atención de las plantas, se sitúa una ménsula de pizarra en saledizo (que nosotros llamamos vasalera o poyato) para colocar dos macetas en hilera: perejil hurdano en una y albahaca en la otra. Recovecos y callejas muertas, casuchas alineadas en quebradas calles estrechas, diminutas, como toda la comarca e incluso los hombres, de genes liliputienses, perdidos, proscritos, escapados...
De niños recorríamos de arriba abajo toda la alquería, corriendo desnudos, careciendo del abrigo y calor que debe proporcionar la infancia, esa etapa de la vida que pronto se acababa aquí...y nos hacían hombres, hombres-niños a la fuerza, trabajando entre las pizarras que cuajaban aquella tierra sin pan buñuelesca.»
Vicente de Lerins, agosto de 2005

1 comentario

Kimbi -

Me he sorprendido mucho al acceder a tu página y encontrarme tu dedicatoria, no me la esperaba, por un momento me he sentido más importante de lo que realmente soy.
Te ha quedado redondo.
Muchas gracias por haberme transportado a los felices años de la infancia.
Un abrazo:
Kimbi