CUENTOS LITERARIOS
TODOS LOS CUENTOS LITERARIOS los puedes DESCARGAR en mi página WEB:
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Tengo el sentimiento de comunicar de que hoy dia 24 de mayo, festividad de S. Vicente de lerins, ha fallecido Vicente de lerins, Administrador de este blog:
«Mi vida ha sido un rosario de cuentas desgraciadas. No alcanzo nada de lo que deseo; voy, pues, a anhelar la muerte.»
En agradecimiento a todos aquellos amigos que hicieron posible este blog.
Quede como una canción, ..."una canción no es más que el perfume de una ausencia..."
D.E.P
Alberto V. Fernández-Rañada
¿Que tendra el amor, que cuando llega, “Fue sin querer...Es caprichoso el azar” tiene la magia de trastocar la lejania en proximidad, “No te busqué ni me viniste a buscar “, la ausencia en necesidad, sed que solo puede saciarse
“Yo estaba donde no tenía que estar y pasaste tú, iba y venía con prisa “
en la boca amada, lo vulgar adquiere ribetes de obra de arte...
”en la tarde que anunciaba chaparrón.”
El tiempo se detiene al contemplar la verde mirada, presentida, soñada... “Pero prendió el azar semáforos carmín, detuvo el autobús y el aguacero”. Nuestro cuerpo ya no nos pertenece, “hasta que me miraste tú.” sino que es una prolongacion, vibrante, temblorosa, palpitante, del alma de nuestro amante...virtual?
Fue sin querer...Es caprichoso el azar.. como sin querer pasar
NdL
«Sinforiano Morán llevaba conduciendo el vehículo de su propiedad al menos durante más de veinte años. Lo compró cuando era todavía joven, emprendedor y soltero, con la blanca en la mano, sin haber pasado aún ninguna revista en Gobierno, justo al licenciarse de aquella mili de hambre, de vaqueros arrugados y petate permanente a cuestas, aburrido como estaba al no haber conseguido un puesto de trabajo estable de funcionario en aquel Madrid cosmopolita –lugar donde “sirvió al Rey”–, que por aquellos años había perdido el remoquete de “pueblón manchego” impuesto por el universal Cela, para pasar al agitado de “movida”. Lo compró para no perder el tiempo, como una inversión, esperando traspasarlo cuando le saliera algún negocio más rentable en el futuro. Pero empezó a tomarle cariño al coche poco a poco, y no como a una joven ardiente, sino más bien como a una vieja prostituta, reconocida y admirada, con una mezcla de compasión y antojo disimulado. Se casó, llegaron las letras apremiantes y el negocio de la furgoneta quedó consolidado en la familia. Conocía a Lulubel –así bautizó cariñosamente a la furgoneta– mejor que a su propia esposa. A la mañana cuando lo arrancaba, y según el carraspeo con que le respondía, sabía al punto el estado de las bujías de caldeo, del motor de arranque, si picaba biela o no... y cuando se colocaba en la parte trasera del vehículo para olisquear los vapores que salían del tubo de escape, movía ligeramente la cabeza, y seguro susurraba para sí: “Hoy quemas más aceite, jodio, parece que vas flojo de estárter” si el humo tomaba un cierto color azulenco. O le asestaba un “me vas arruinar, cabroncete, como entres en bancada”, si defecaba pequeños restos de carbonilla por el mismo tracto................ ( descargalo completo en http://es.geocities.com/vicente_de_lerins/ )
Ah!!!!,...LA MUERTE......
La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.
François Mauriac (1905-1970)
Duerme con el pensamiento de la muerte y levántate con el pensamiento de que la vida es corta.
Proverbio
Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte.
Leonardo Da Vinci (1452-1519)
La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.
Antonio Machado (1875-1939)
Sin no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?
Confucio (551 AC-478 AC)
«Esta lejanía que nos separa me está matando. Pero también es la misma lejanía oceánica que nos está uniendo. Y me conformo con verte a hurtadillas, secuestrándote de tu familia algunos días a la semana con fervor devoto y pasión de raptora consumada y pasear juntos, abrazados, convenientemente anillados, fundidos en una neblina que disipa nuestros contornos más reconocibles para distorsionar ocultando nuestra presencia a los ojos, a las frívolas miradas de nuestros conocidos.
Llegamos a “nuestro bar”, que tiene mucho de tasca y tugurio, y que nosotros mudamos en el mas bello salón de té virtual de esta tierra. Mudamos sin compunción ni arrepentimiento el hule seboso y áspero que cubre nuestra pequeña mesa de madera por un fino bordado de hilo, las cortinas pasan a ser de elegante raso, y la luz de la bombilla, escasa y amarillenta, con la pantalla plagada de excrementos de mosca, viene a convertirse en araña palaciega de lágrimas de diamante. El café con leche nos sabe a gloria aunque las tazas sean de loza barata y blanca, gruesas en sus filos, tan diferente a la porcelana que manejas en tu casa y que decora la abusiva vitrina de caoba que las contiene. Y el florero, nuestro búcaro con dos rosas rojas de plástico, apergaminadas y renegridas por el tiempo, inodoras como el agua de lluvia, se convierte en el más estilizado violetero para albergar las flores del amor, las flores del mal. Quedan nuestras miradas recoletas, clavadas las pupilas el uno en el otro, ausentes del espacio y del tiempo que nos rodea... pues hoy nos ha tocado vivir en el París glamouroso de la cercanía, del desarraigo y del romance permanente... ¡o quizá no!
Quizá todo vuelva a ser ese sueño reiterado, esa pesadilla que me ahoga, esa lejanía oceánica que me pasma, esa ausencia tuya que me aniquila.
«Cómo me gustaría que me conocieras mejor, que entendieras cómo soy, cómo siento y lo que tú me haces sentir. Nada de esto es frívolo e intrascendente. Es profundo, cálido, agradable...
¿Qué pasó? Creo que entendías mi silencio, conocías perfectamente ese lenguaje de los gestos, huerfano de palabras, esa confianza que me inspirabas y que yo depositaba en todo tu ser. Rebosaba ternura, delicadeza... La paz que sentía mientras paseábamos no tiene precio para mí.
Decías que era toda libertad y es cierto, pero tú la duplicaste, jamás me sentí más libre que cuando estaba contigo y a la vez más unida a ti.
¿Crees qué es incongruente? Nunca se es tan libre como cuando estás con otra persona, consciente de que estás, queriendo estar.
¿Cómo escribir, cómo decir, expresar todas las sensaciones que se agolpan dentro de mí. Necesito que les sientas, que las sepas pero no hay palabras que la definan, es ese temblor interior, esa agradable tristeza, esa esperanza contenida, ese control para no estallar y que todo salte en borbotones...
Muy de tarde en tarde necesito escribir estas cosas y cuando lo hago, lo guardo, nadie debe leerlo, nadie debe intuir lo que me pasa. Es extraño que hoy, por primera vez necesite que alguien lo vea, lo entienda o lo sienta; pero no cualquiera, no, sólo debes saberlo tú...
¿Será que hemos empezado la casa por el tejado y tengo que construirla rápidamente para que no se caiga?
Hoy 1 de Abril después de una agradable llamada telefónica. »
TdL (Sevilla, abril 2006)
Citas de "Mon ami Groucho:
«Por esta ausencia que no une
más allá de todas la palabras,
por el dolor que compartimos
aquel lejano tiempo sin olvido,
por el sueño gris que se deshizo
arrodillando las columnas del cielo,
por los veranos que anduvimos
recorriendo el mar y la esperanza,
por todo lo que fuimos
y lo que no fuimos pero anhelamos,
por esta comprensión de hoy
que tarde me humaniza,
y por los recuerdos que rescato,
te suplico existencia, me perdones,
no haber aprendido a ser feliz dándome tanto.
Cuando quise alcanzar el horizonte
atravesando un laberinto atávico,
descubrí que agonizaba el bosque.»
F.H.M.B
LA MOZA TROPEZONA
«Era una moza que se fue a confesar. Y tenía un pecao muy grande y le daba vergüenza decírselo al señor cura. Pero el cura tanto la obligó que tuvo que...gomitar el pecao; y dijo:
- Mire, padre, yo tuve un tropiezo con un fulano.
- Entonces, el cura echó las manos a la cabeza y dijo:
- ¡Jesús, Jesús, Jesús!, ¡que usté no sirve pa yegua de arriero porque es muy tropezona!
Y le dice ella:
- Pues entonces usté tampoco val pa macho de carromatero porque es muy espantadizo.»«El conferenciante acababa de tomar sus notas. Un viejo truco de conferenciante es tener siempre el mismo argumento pero adornarlo con temas locales, con anécdotas que el público de esa noche aceptará con una sonrisa y, así, conseguir su complicidad. Curioso oficio este de ir por el mundo a predicar sobre algo que no es ningún dogma. Un conferenciante es una persona llena de dudas cuya función es transmitir sus dudas a los que le escuchan. Eso si es que hay alguien para escuchar.
El maduro conferenciante, mientras iba tomando notas sobre la historia local, se entretenía en contar. Contaba las sillas, todas ellas vacías, que la institución había dispuesto para aquel acto. "Hay que dar siempre media hora de cortesía", se decía a sí mismo. Y la organizadora del acto iba paseando arriba y abajo de la sala vacía. No por atractiva dejaba de estar más tensa e inquieta. ¿Qué podía estar pasando para que nadie llegara a la cita en el momento oportuno? La señora, una mujer soltera, ya había tenido que excusarse ante el conferenciante por la ausencia del alcalde. La prensa comarcal había decidido que era más importante cubrir el encuentro de la máxima categoría de un deporte tradicional en el que el equipo municipal se jugaba su prestigio. Por si fuera poco, llovía. O sea, que no había nadie y estaban a punto de vencer los 30 minutos de cortesía.
"La verdad, señor, no entiendo lo que ha podido suceder. Hemos hecho un gran esfuerzo para que la gente viniera, pero tal vez la lluvia, tal vez un atasco". El conferenciante no era nuevo en ese oficio de esperar a las multitudes y que éstas se limiten a cuatro o cinco personas con sueño atrasado y pocas ganas de dudar de nada. "No se preocupe usted, señorita. Les daremos un cuarto de hora de cortesía más". Y la funcionaria de la concejalía de Cultura se sentía aliviada por la comprensión del conferenciante. Y salía a la calle mojada para ver si con su presencia conseguía introducir en la sala a una mínima audiencia. "¿No ve que en la calle se va usted a mojar? Pase y siéntese. Y escuche usted al prestigioso académico que ha tenido la amabilidad de venir a este rincón del mundo sólo para usted". Eso les diría. Pero nadie pasaba por la calle. Y en el cercano pabellón se escuchaba el rugido de las masas apoyando al equipo local, que se había adelantado en el marcador de aquel extraño deporte ancestral.
Cayó el cuarto de hora de cortesía. Tres cuartos de hora sobre el horario previsto. En la sala sólo dos personas. Las dos con mucha historia personal a sus espaldas y con muchas frases huecas por decir a nadie. El conferenciante le dijo: "No se preocupe usted. Yo tengo muchas cosas por decir y no tengo a nadie que me escuche. Y usted tiene muchas cosas por callar y no hace otra cosa que intentar hablar conmigo. Dejémonos estar en el silencio confortable de una sala demasiado grande y, dentro de un cuarto de hora, decidiremos". La funcionaria no estaba para llevar la contraria a alguien a quien el pueblo había dejado en la más absoluta soledad. Se sentó en la primera fila. El conferenciante en la mesa, ante el micrófono. Conectó el micrófono sólo para que se oyera su respiración y demostrar al mundo que no había muerto. Se miraron largamente, con esa tensión de que en cualquier momento los pájaros de la noche pueden posarse en los hilos invisibles de la espera. La lluvia crepitaba sobre las losas de la calle. El conferenciante dijo "Buenas noches". La empleada del ayuntamiento saludó inclinando la cabeza. El conferenciante renunciaba a disertar sobre el título previsto; hablaría de él, de los años perdidos, los minutos ganados, los amores que un día se fueron de la sala, las ambiciones personales y las desilusiones colectivas. Así lo hizo.
Al finalizar, se puso en pie y dijo: "Ha sido para mí un placer conocerles. Invito a toda la concurrencia a tomar un café y, si me lo permiten, a los asistentes a cenar". El conferenciante frustrado y la funcionaria apagaron las luces, se protegieron bajo el mismo paraguas, bebieron de la misma copa y compartieron el mismo lecho. A la semana siguiente, el alcalde que no había podido acudir a la conferencia por una ley confusa, les casaba en el salón de plenos de su ayuntamiento. En la calle la gente se felicitaba por la conjura. Les habían dejado solos y por fin habían sacado a su vecina de la soltería.»
«Tal vez no sepas nunca cuándo y cómo
quise salvar mi amor, tu amor. El nuestro.
Una vez será tarde.
Yo presiento
esa herida que avanza,
ese cierto dolor de no querernos.
Cómo decirte ahora:
mírame aún, así, trata de verme
como soy, duramente.
Con mi ternura. Claro, y mis tormentos.
Cómo decirte: sálvalo, si quieres
y cuídalo. Se te ha ido de las manos,
se me va de la sangre y no regresa.
Cómo decirte que te quiero menos
y que quiero quererte como entonces.
y que entiendas
y no te encierres más.
y me dejes creer en ti, de nuevo.
Cómo decirte nada.
Un día será tarde. Tarde y lejos.»
J.P.F
«Quien no sabe del beso mañanero; desconoce la Aurora.
Si del medio día;ignora la luz y las sombras que provoca.
Si desconoce el de la tarde; Anda huerfáno del crepúsculo y los sueños que cobija.
Si no supo de los nocturnos;la soledad le impide la magia de las tinieblas.
Si un beso nunca rozó su piel; desconoce el mar y el horizonte.
Si ignora la traición de un beso; deconoce la vida y aquienes le amaron.
Si nunca entregó un beso; la miseria será la causa de sus días.
Si nunca deseó un beso; desconoce los secretos del amor.
Si tampoco lo esperó; su destino nació muerto.
En fín,si tampoco supo urdir sueños porque ignoraba los besos;que te lo pregunte a tí, si aún tiene remedio.»
Y repecto a los besitos ... ummmmmmmmmm ¡¡¡ si supierais !!! tengo una gran variedad: . Estan los mañaneros , bueno no sólo los mañaneros , los de mediodia, los de la tarde ,los nocturnos ... y no sólo los afectuosos... los cariñosos,,, los ansiosos,,, los serenos ...los.... los que rozan la piel ...los que se aprietan contra ella,,, .Los que te hablan ... los que hacen callar ... Los que deseas ... los que esperas .... los intencionados... los gozosos... los intensos... los robados...los entregados ...¡¡ Ah se me olvidaba!!, estan los traicioneros ... pero esos siempre los olvido, no los uso...
Elige el que más desees..... hoy es mi regalo
PREMIO: III PREMIO TRISTANA DE NOVELA FANTÁSTICA
CONVOCA: Ayuntamiento de Santander
CUANTÍA: 8.000 € y publicación de ámbito nacional
TEMA Y FORMATO: Género fantástico y extensión entre 75-100 páginas.
FORMA DE PRESENTACION:quintuplicado y sistema de plica.
PLAZO DE PRESENTACIONhasta el dia 23 de junio de 2006.
LUGAR DE PRESENTACION: Servicio de cultura del Ayuntamiento de Santander; C/ Los escalantes, 3- 39002 Santander
BASES COMPLETAS www.ayto-santander.es
“El martius romano (Marzo) era el mes propio de Marte, divinidad bajo cuya advocación y protección estaba la GUERRA”
«Me propone mi hijo que en este día tan señalado escribamos algo a cuatro manos sobre la calamidad del 11-M en Madrid. Le explico que no podríamos escribir sobre ello sin hacer referencia a la GUERRA de Irak, que no seríamos capaces de escribir nada de esta GUERRA sin referirnos a las GUERRAS de intereses generadas por las grandes potencias que GUERREAN sobre la tierra, y no explicaríamos nada decisivo de lo anterior sin hablar de las GUERRAS coloniales, de las GUERRAS entre las razas, de las GUERRAS entre los pueblos vecinos o no, de las GUERRAS de religión, de las GUERRAS de la nación, de las GUERRAS civiles que son todas inciviles... No conseguiríamos desembrollar todos estos retruécanos GUERREROS sin mencionar a Caín, que existiera o no, marcó como tatuaje indeleble para el hombre, la profesión más vieja de la humanidad: El verdugo, el asesino... ¡Qué pena!»
P.D.:”NINGUNA IDEOLOGIA VALE LA VIDA DE UN SER HUMANO”
«La felicidad, la memoria, la madre...la mar, la paloma, la paz y la mujer es femenino; el odio, el olvido y la guerra, no» VdL
Para todas las mujeres del mundo con cariño y gratitud
Vicente de Lerins
«Afuera seguía lloviendo. El agua caída a lo largo de toda la mañana, se recogía ahora dócilmente para ser amasada más tarde con la tierra y formar un grumoso , primitivo y sustancial caldo de cultivo. Los dos habían llegado al mismo tiempo y se encontraban a cubierto, secos, bajo la marquesina que lubricada constantemente por el agua aparecía ahora encarnada y rutilante a la mirada lasciva del hombre. Rodeados ambos por pequeños islotes de tierra que pugnaban por emerger sobre los grandes charcos de agua que se iban formando en medio de otros aún mayores, charcos de un agua remansada, terrosa y sucia. Avelino Moratalla le había echado el ojo bueno, el sensual, el obsceno ojo derecho desde que la vio llegar. Hoy era su día. Avelino había salido “de caza” y no pensaba regresar a casa sin haberse cobrado al menos una pieza. Así, mientras ella estaba allí, tranquila, seca, la mirada al frente a un horizonte inexistente que podría ser el horizonte gris de la mar bajo la cúpula esférica, sin percatarse de su presencia o de haberlo advertido, haciéndose sencillamente la “interesante”, lanzando a veces con sus ojos grandes y abultados una mirada oblicua de soslayo, acompañada de un ligero mohín desdeñoso, huérfana de lujuria y sosiego, segura como estaba de la lejanía que aún les separaba, “distancia de seguridad” que ella mantenía como una necesidad vital. Y no se equivocaba.
Avelino intentó una aproximación directa, frontal, y lo hizo poco a poco, como un gran felino cazador, sabiendo que cualquier movimiento en falso delataría su presencia y la huida de ella sería inmediata y definitiva. Ella seguía ojo avizor, sin fiarse ni un pelo de sus intenciones, y como no hizo gesto alguno de desagrado que hubiese frenado en seco a Avelino, le dió a éste más fuerza, como más “confianza en sí mismo” al pobre de Avelino que se planteó mentalmente, en millonésimas de segundo un ataque táctico para la captura y rendición total de su potencial presa femenina. El siguiente trecho que debía cubrir Avelino para cerrar distancias, sería el más peligroso, resbaladizo –también por el agua y el suelo-, y trascendental (al menos para ella). Se preparó a conciencia: No deseaba que por nada del mundo ella se percatara de sus silenciosos, raquíticos y casi imperceptibles movimientos de acercamiento. Menos mal que hoy no se había puesto gomina ni colonia, su Varón Dandy permanente de fuerte y rancio olor meloso le hubiera delatado. En este tramo final, el más arriesgado, le comenzaron a traicionar sus nervios: empezó a sudar, primero por la frente, mas tarde por el cuello y el pecho, eran gotas frías que le paralizaban; su ojo libidinoso comenzaba un parpadeo involuntario, sin lograr ajustarlo, impidiendo un a apreciación justa, tensa, “Un ojo traicionero que habría que extirpar de cuajo” pensó él en el momento más delicado. Sus manos, anchas y blandas, con los dedos como porretas, pequeños cucuruchos articulados, diríase que no le iban a responder convenientemente ante el temblor que se iniciaba, un tamborileo, un baile de San Vito más bien. Aún así volvió a dar varios pasitos, cortos e inapreciables y como quiera que ella seguía allí, con una pasmosa serenidad de estatua, con su piel humedecida por el día lluvioso, aunque a Avelino esa piel se le antojó lubricada y erótica hasta la perdición, cubierta de un verde y fulgurante chubasquero que la emputecía vilmente, decidió jugárselo todo a una carta. No podía volver sin algo “que llevarse ala boca”.
El último minuto fue capital, metafísico.
Ya estaban los dos “excesivamente” cerca, casi a punto él de sobrepasar el “anillo de seguridad” imaginario que ella tanto se había cuidado de mantener a toda costa. Fueron unos segundos que resolvieron el ataque y la defensa postrera. Parado muy cerca de ella, Avelino con una ligera inclinación hacia atrás sacó el palo que llevaba escondido y echando el cuerpo hacia delante prodigó un solo y certero garrotazo con todas sus fuerzas... Ella, como un muelle, ya había extendido sus largas ancas traseras y volaba materialmente hacia el fondo del charco...Un largo “croaccc.....” se vio aumentado por el estallido al romper la superficie del agua. El croar bravo y lento de la rana y el chasquido del agua resonaron en la alta bóveda, la esfera húmeda de la burbuja donde se encontraban... Y afuera seguía lloviendo...»
VdL
«Pepe Capricornio estaba triste. No quería reconocerlo, pero la tristeza se deposita en los músculos y el cuerpo le delataba. Capricornio había visto cómo su gran amor era en realidad tan pequeño que se había ido por el desagüe de la ducha. Una mañana, cuando se despertó, se quedó con el hueco de la almohada vecina y el vapor del cuarto de baño. En el espejo la mujer de su vida había escrito sobre el cristal empañado: "No quiero verte más. Gracias por nada". Y se había ido. Pepe Capricornio se vistió de farsa y se dedicó a arrastrar su pena entre los amigos que le quedaban y las amigas de los amigos que le ponían a tiro. "Un clavo saca otro clavo", le decían. Y Capricornio haciéndose el duro consigo mismo para luego llegar a casa y sentirse llorar sobre su cuerpo frío y solo.
Capricornio acudió a la cena que le habían propuesto sus amigos. Golpes en la espalda, abrazos de consuelo, alguna novia antigua y una mujer nueva en la mesa del restaurante. Se llamaba Lucía Virgen. Capricornio y Virgen se dieron un par de besos tangentes a las mejillas. Cálidos besos. Indicios de caricias. Y los chistes dejaron paso a la euforia. Ya se sabe: cuando uno está melancólico el antídoto es la compra compulsiva. Capricornio llamó la atención de todos. "¿Sabéis qué me acabo de comprar?". Y todos callados para satisfacer la demanda de atención del pobre Capricornio. Blandía un teléfono móvil. "No se trata de un teléfono cualquiera. Es el más caro del mercado. Acepta todas las tarjetas, pero tiene una virtud añadida. Apretando esta tecla me conecto con una voz que me soluciona todos los problemas. La voz sabe quién soy y, si yo le pido unas entradas para el Covent Garden de Londres, me las reserva. Y si pido una limusina frente al Hotel Costes de París, allí estará la limusina". Capricornio, a quien le había dejado la persona más querida, era ahora un ser desvalido que sólo sabía ser en las cosas. Los amigos tocaban aquel pequeño teléfono con la veneración de los pueblos primitivos ante el progreso. Lucía Virgen, modosa y con la mirada caída, preguntó qué más se le podía pedir al teléfono mágico. "Mira, Virgen. Ayer leí una oferta de fin de semana en el Hotel Pluscuamperfecto y reservé una suite. Ahora mismo podría apretar este botón y pedirle al teléfono mágico que me mandara una mujer como tú a mi suite para hacerme compañía. Eso también lo logra el teléfono. Pero no lo haré, porque por mágico que sea el teléfono y por más que llamaran a la puerta nunca serías tú".
Lucía Virgen se sonrojó. El resto de la mesa acompañó la grosera soledad de Capricornio con sonrisas de compromiso. Era evidente que Lucía Virgen era una mujer de virtudes clásicas. No era difícil, sencillamente no estaba para ese tipo de frivolidades de solteros desesperados. A lo largo del café largo Capricornio lució todos sus encantos para lograr que accediera a ir a su suite, aunque sólo fuera para jugar al ajedrez. Pero todos sus intentos contribuían al fracaso más evidente. Lucía no era una mujer promiscua, y era eso lo que la hacía más deseable. Capricornio se dio cuenta de que perdía el tiempo, se levantó y anunció que se iba a la suite 24 del piso 24 del Pluscuamperfecto. No se veía capaz de vivir un nuevo fin de semana en la soledad de su casa vacía. Al menos, la soledad de una noche de hotel. Adiós. Encantado de conocerte Lucía Virgen. Algún día, en otro lugar, tal vez.
Llegó a su suite. Abrió el mueble bar. Conectó una televisión lejana. Finalmente llamó al número prodigioso de su teléfono mágico. "Soy el abonado Capricornio. Quiero una mujer que juegue al ajedrez para que me haga compañía esta noche en la suite 24 del piso 24 del hotel Pluscuamperfecto". Le respondieron que sus deseos eran órdenes y que en media hora la tendría. Capricornio se metió en la ducha, porque el ajedrez es el único deporte donde la gente se ducha antes de jugar y no después del partido.
Al cabo de media hora llamaron a la puerta. Un botones traía un tablero de ajedrez con unas magníficas piezas de caoba. "Parece ser que ha pedido un ajedrez. ¿Dónde se lo pongo?". Capricornio le indica la mesita. Al cabo de pocos minutos llaman de nuevo. Capricornio abre. Una mujer que casi no mira a los ojos está en el dintel. Lucía Virgen entra decidida. "Hola, Capricornio. Me han llamado de la central diciendo que un hombre desesperado quería jugar al ajedrez. ¿Quieres que nos hagamos compañía?".»
J. Barril C.